viernes, 27 de enero de 2012

La habitación del final del pasillo


                                                        


El resplandor de la habitación era cada vez más potente. El joven Sebastian todavía no se había percatado del fenómeno que estaba sucediendo en la habitación del
fondo del pasillo. Subía las escaleras despreocupado, como cualquier niño de su edad, arrastrando la mochila tras él. La casa era de madera, bastante carente de ventanas y de iluminación natural. Arrojó la mochila sobre la cama y se despojó de sus complementos invernales. Pasó las horas jugando con su scalextric , claro que después de haber acabado con su tarea. Cuando su madre le llamó para cenar, cogió su pequeño batín de rayas y salió al pasillo y salió al pasillo. Intentó encender las luces, pero no funcionaban. Entonces fue cuando la débil luz atrajo su atención iluminando el pasillo e hizo que el joven muchacho, atraído por ella, se dirigiera lentamente hacia la vieja estancia, hipnotizado por el tenue brillo amarillento-verdoso que se colaba a través de los bordes de la puerta. Sebastian apoyó la mano sobre el pomo de la puerta y lo giró poco a poco. La luz se intensificó y el muchacho entró fascinado por la belleza que percibían sus ojos. La puerta se cerró sola tras de sí y el resplandor desapareció. El muchacho se giró y tanteó en busca de la puerta, pero solo encontró una pared de roca fría, como los antiguos castillos de la edad media. Entonces la tenue luz volvió a brillar alrededor de una pequeña figura que se hallaba tumbada sobre un pequeño cojín de plumas, abrazando su cuerpecito cubierto de polvo brillante. Unas pequeñas alas de polvo azul brotaban de sus omóplatos. Abrió sus pequeños ojos lentamente y dirigió la mirada hacia Sebastian, que se quedó paralizado. La joven hada levitó sobre la almohada, se dirigió hacia el muchacho y posó sus delicados labios sobre él...

El estridente sonido de la alarma del colegio le despertó. Sonrió débilmente, sonrojado, mirando a su alrededor. Cogió sus cosas y se dirigió a casa. Subió las escaleras arrastrando la mochila tras de sí y la arrojó a la habitación. En ese momento la luz se fue y una luz amarilla-verdosa iluminó la casa desde la habitación del final del pasillo. Sebastian sonrió y se dirigió sin temor hacia ella. Esta vez no vaciló al abrir la puerta.



              


Bueno... Espero que os haya gustado. Comentad y darme consejos para mejorar ^.^
¡Un saludo y un beso enorme!
Que paséis un buen fin de semana :)


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2 comentarios:

  1. Ya sabes que me pareció un relato encantador y lleno de magia.
    Espero que algún día me quede dormida y cuando despierte me suceda como al niño y todo siga como en el sueño (pero no de esos en los que intentan matarme xD).

    Un beso!

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    1. Jajajajaj Pues sí! Ojalá los sueños que más nos gustan se hicieran realidad, pero hay algunos (los que más estimo) que jamás se harán realidad pero bueno... a Álvaro no le gusta! ¬¬ por que él quiere muerte y sangre! Idiota!

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